lunes, 15 de diciembre de 2014

C’s, UPyD donde está la coherencia de sus dirigentes



Entendemos que las leyes, normas y reglamentos se deben cumplir y primero por sus responsables. Un ejemplo al que seguimos estupefactos es el comportamiento de dirigentes de la Generalitat, incumpliendo resoluciones y vulnerando la legalidad.

La cosa está clara si hablamos de la Constitución y de las leyes que emanan de las Cortes, etc. ¿Pero si hablamos de normas más cercanas, como los acuerdos y normas de una organización que se han dado y han asumido sus integrantes?

Las personas, en grado de dirigente, que incumplen las normas se las puede adjetivar de desleales. Pero el cinismo* se manifiesta nítidamente, cuando acusan de autoritarios, como adjetivo más suave, a sus compañeros dirigentes en el ejercicio de sus funciones cuando tratan de defender los acuerdos y las normas de la organización.  Y que decir cuando la deslealtad se muestra más evidente asistiendo a actos de otra organización hostil a la propia, la cual pide abiertamente la desafección de los que nominalmente son los tuyos.

Conviene destacar que un cargo político elegido por los ciudadanos no está sujeto a mandato imperativo y no sería legal ni legítimo sancionarlo. Pero en lo que estaremos de acuerdo, mas fácilmente, es que el portavoz de un grupo sea, elegido democráticamente, y por coherencia será el que represente los acuerdos aprobados mayoritariamente, y no el que vote en contra de ellos.

Debo recordar que Sosa Wagner y Maura han votado en el Parlamento Europeo en contra de la opinión del grupo y no han sido sancionado por ello, y así debe ser. Asistir a actos de otra organización, ahora con actitudes hostiles, es otro cantar.

Es importante también saber que en UPyD se entra de manera individual y sin cargos electos. Ciudadano, seguramente excepto en Cataluña, es en la práctica una confederación de partidos localistas llevado a cabo entre las direcciones, con los cargos electos incluidos.


*DRAE cinismo. (Del lat. cynismus, y este del gr. κυνισμός). 1. m. Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables. 2. m. Impudencia, obscenidad descarada.

Sancho Quijano.

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