Entendemos que las leyes, normas y reglamentos se deben
cumplir y primero por sus responsables. Un ejemplo al que seguimos estupefactos
es el comportamiento de dirigentes de la Generalitat, incumpliendo resoluciones
y vulnerando la legalidad.
La cosa está clara si hablamos de la Constitución y de las leyes
que emanan de las Cortes, etc. ¿Pero si hablamos de normas más cercanas, como
los acuerdos y normas de una organización que se han dado y han asumido sus
integrantes?
Las personas, en grado de dirigente, que incumplen las
normas se las puede adjetivar de desleales. Pero el cinismo* se manifiesta nítidamente,
cuando acusan de autoritarios, como adjetivo más suave, a sus compañeros
dirigentes en el ejercicio de sus funciones cuando tratan de defender los
acuerdos y las normas de la organización.
Y que decir cuando la deslealtad se muestra más evidente asistiendo a
actos de otra organización hostil a la propia, la cual pide abiertamente la desafección
de los que nominalmente son los tuyos.
Conviene destacar que un cargo político elegido por los
ciudadanos no está sujeto a mandato imperativo y no sería legal ni legítimo
sancionarlo. Pero en lo que estaremos de acuerdo, mas fácilmente, es que el
portavoz de un grupo sea, elegido democráticamente, y por coherencia será el
que represente los acuerdos aprobados mayoritariamente, y no el que vote en
contra de ellos.
Debo recordar que Sosa Wagner y Maura han votado en el
Parlamento Europeo en contra de la opinión del grupo y no han sido sancionado
por ello, y así debe ser. Asistir a actos de otra organización, ahora con
actitudes hostiles, es otro cantar.
Es importante también saber que en UPyD se entra de manera individual
y sin cargos electos. Ciudadano, seguramente excepto en Cataluña, es en la práctica
una confederación de partidos localistas llevado a cabo entre las direcciones,
con los cargos electos incluidos.
*DRAE cinismo. (Del lat. cynismus, y este del gr. κυνισμός).
1. m. Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o
doctrinas vituperables. 2. m. Impudencia, obscenidad descarada.
Sancho Quijano.